Lunes abrió los
párpados y no sabía si aún seguía borracho o comenzaba a sentir resaca. Con
ojos vampíricos contempló la ciudad a través de la ventana y su pupila se
dilató al recordar a Martes. Tomados de la mano salieron a la terraza para
besarse, mientras adentro de la casa seguían la fiesta los otros días de la
Semana, los Meses y uno que otro colado. La fiestas que organiza Viernes suelen
ser bestiales e inolvidables, pero después de beber tanto nadie las recuerda.
—¿Sí te he confesado
que tienes unos ojitos bien chulos? ¿Qué tu cuerpo es como el de la diosa
Afrodita? ¿Qué tienes el rostro de
piedra esculpida?
Esa noche Martes llevaba
puestos unos pupilentes azules porque detestaba sus ojos castaños, una faja que
le apretaba hasta los pulmones y su rostro parecía el de un pescado muerto por
tanta cirugía. Tomó su copa de vino y con aire de femme fatal contestó:
—Me lo has dicho
desde hace miles de años, desde la época en que el antiguo imperio romano
concibió nuestros nombres y supongo que seguirás así hasta el fin del
apocalipsis, porque eres un bruto.
—No chiquita, no es así, pero es que cada vez que tomo te recuerdo, cada vez que te recuerdo lloro
y cada vez que lloro y te recuerdo sonrío porque recuerdo nuestro amor.
—Eres un imbécil, lloras porque todos sabemos que tu
vida es patética ¿No te das cuenta que todos te odian?
—Ay preciosa ¿Por qué me dices cosas tan feas?
—Sólo te estoy diciendo puras netas ¿A quién le gusta
despertarse de madrugada para ir a trabajar como un esclavo? Eres tan
repugnante que congestionas las ciudades, pones de jeta a todo ser humano,
hasta a la monja más sobresaliente de su convento y sólo porque eres un
malnacido.
—Bonita, cierra la boquita y dame más besos.
—No me hables como a una pendeja o como a una de tus
putas. Ya me enteré que hace poco te enredaste con la golfa de Abril ¿Qué día
de la Semana te falta? ¿Qué Mes?
Martes rompió en sollozos,
Lunes la abrazó intentando consolarla pero se separó de ella, cuando
súbitamente el afeminado de Diciembre salió a la terraza cayéndose de borracho,
estropeando su ridículo atuendo de arbolito de navidad con luces de colores.
—¿Qué onda? Sino entran
a la party estos atascados se
acaban las líneas ¿Qué no tienen frío?…Perdón ¿Interrumpo?
—Entren, ahora los
alcanzo. Tajantemente contestó Martes.
—En serio mi
doncella, luego no te vayas a encaprichar por dejarte aquí.
—¡Lárgate! Quiero
estar sola ¡No ves que se me ha corrido el rímel! No quiero que los demás me
vean como una de tus putas trasnochadas.
Martes se quedó
sola en la terraza. Siempre sintiéndose sola, fea y gorda. De su bolso sacó la
polvera y se miró en el espejito para corregir los desperfectos que aquel hijo
de puta provocó. Necesitaba más rímel, que sus pestañas llegaran al cielo como
lo vio en los anuncios del Palacio de Hierro, un poco más de labial rojo cereza,
una servilleta para eliminar el exceso ¡Muack! Con su vestido transparente
estaba vestida para matar.
Cuando regresó a
la fiesta lo primero que vio fue a Lunes besuqueándose con Abril, sintió un
hueco en el estómago, pero al percibir la mirada de los invitados sonrió de la
manera más juvenil que el botox le permitió. Con su sonrisa de Catrina se
dirigió a la mesa para tomar una botella de ron que había sobre la mesa,
prendió un cigarro y se dirigió a refugiarse en una esquina. Desde ahí
observaba como todos se divertían: algunos Meses bailaban al ritmo de las
cumbias, el chacal de Miércoles se besuqueaba con Domingo a pesar de que el
puto tenía el cristo tatuado en el pecho, Sábado estaba a punto de fornicar con
Enero y Marzo, Viernes su ex esposo se encontraba más borracho que una cuba y
arañando las paredes se aproximaba a ella ¿Será que Martes será un día
indiferente, aburrido y sin chiste?
—¿Qué onda Malena?
¿Cómo te la estás pasando?
—¿Tú miserable
cerebro no registró que vivimos juntos hace cientos de años? Me llamo Martes
corazón y me la estoy pasado uffa… ¿Cuál era el objetivo de esta fiesta? Que
todos acaben estúpidos menos yo.
—Como cada semana,
hoy es mi cumpleaños ¿Cómo crees qué voy a olvidarte Malena? Si contigo viví
los años más felices de mi vida ¿Quieres una copa?
—No gracias, tengo
una botella.
—Ya decía, por
algo me enamoré de ti.
—Me cae que los
romanos estaban ebrios cuando te concibieron, tú no debiste llamarte Viernes,
debiste ser Baco o Vaca.
—Tú dime como
quieras, dime Juan Camaney, dime Don Juan tenorio… ¿Sí te han dicho que tienes
unos ojos muy lindos?
Martes se
sobresaltó al observar a Lunes y Abril que se aproximaban a las escaleras;
seguramente los muy cerdos ya estaban tan calientes que les urgía largarse a un
cuarto para hacer sus marranadas. Y Martes no podía permitirlo, sino por nada
ella tenía ese nombre que representaba al dios de la guerra ¿Dónde había
quedado su fuerza? No podía quedar sobajada por aquella putita que reía como
estúpida ante cualquier palabra insulsa de su amor. De un sorbo se terminó
media botella y se dirigió a ellos con pasos felinos.
—Se la están
pasando muy bien ¿Verdad?
—¡Martes! Pensé
que ya te habías ido.
—Me quedé en la
terraza platicando con Agosto, es un mes tan cálido y divertido. Que te cagas.
—Deja te presento,
Martes, ellas es Abril, Abril: Martes.
—Claro que la
conozco, al año vivo cuatro días bajo su piel. Además sé que el origen de su
nombre viene de Aphrodíte, la diosa de la lujuria, de la
belleza ¿Verdad que todos estos siglos la hemos pasado muy bien juntas?
Abril ya no podía
articular palabra, sólo se reía como descerebrada y abrazó a Martes por la
espalda acariciando su cabello.
—¿Qué pasaría de
tener a esta lujuriosa y a la diosa de la guerra juntas?... ¿No te gustaría
Lunes? Luna, Lunita, Luneta ¿Qué? Por ser el primer día de la semana no tienes
la fuerza para divertirnos.
La fiesta era un
caos, las bocinas se tronaron, sobre la mesa quedaban botellas, montañas de
colillas de cigarro y residuos de coca. El alcohol ya era chicloso en el piso y
una pared estaba manchada de sangre. La música no paraba y el amanecer de
Sábado no aparecería porque él seguía hundido en un sillón besándose con los
meses que poseen el otoño.
Los tres subieron
las escaleras. Martes sujetaba con fuerza su botella que estaba a punto de
acabarse, Abril echaba las carcajadas más fuertes y Lunes tenía una sonrisa de
oreja a oreja. Cuando cerraron la puerta Martes se abalanzó sobre Abril y aunque
Lunes intentaba abrazarlas quedó fuera del juego, porque Martes se enredó como
serpiente en el cuerpo de Abril que tenía los ojos estúpidos e inyectados de
sangre; sus gritos de placer resonaron en las paredes cuando su amante la sentó
sobre sus piernas. Martes miró de manera
fulminante a Lunes que se encontraba sentado en el piso, bebiendo las miserias
que habían quedado de la botella de Whisky, bebió hasta quedarse dormido y cayó
al suelo. Las chicas siguieron hasta que despuntó el amanecer de Sábado,
seguramente ése cabrón tenía los ojos rojos y con la peor resaca, pero su
ausencia apenas fue suficiente para derrochar placer.
Los primeros rayos
de sol iluminaron el rostro de Abril que se encontraba en un sueño profundo,
Martes fingía dormir y con los párpados medio abiertos observó el momento en
que Lunes se levantó y se dirigió a la ventana para contemplar la ciudad. Fue
entonces cuando ella se puso en pie para agarrar la botella que había quedado
vacía y con todas sus fuerzas la estrelló contra el cráneo de su amante.
Desde ese amanecer
ella no puede dormir, no por lo que mencionen en los diarios amarillistas, ni
por el peso de la ley, sino porque ya no existe Lunes y sabe que para los
humanos, ella ahora será el día más odiado.
Fotografía (the burn):janefultonalt.com