En esta azotea el verano se desborda en nuestros cuerpos. Aventamos nuestras camisas, el viento las agita como nebulosas y desaparecen en el océano de luz —El vuelo de los aviones sacude edificios, árboles, el sueño de los vecinos y nuestros cabellos—. La noche nace en mis entrañas y en la punta de tu lengua que se pierde en mi pecho; tu sudor navega en mi piel y nuestro olor impregna el espacio. Tu aroma me despertaría aunque estuviera muerto —En el cielo los aviones son aves que descienden a nuestras espaldas, en la pista de aterrizaje—.
Desde el cielo nos espían como perros de azotea que ladran a la noche.
En esta azotea atravesamos el mundo, los días y las noches en un solo parpadeo; y nacemos y morimos y renacemos para encontrarnos. El océano es una inmensa ola que se forma en el horizonte. Tu risa psicópata despierta mis soles dormidos, mi lengua es pirotecnia y con sólo alzar los brazos rasgamos el cielo. La ola revienta contra el edificio y cimbra; está a punto de derrumbarse.
Las luces se adhieren a nuestros cuerpos y en tu pecho quedó atrapada una constelación; las aves en su vuelo se llevan la ciudad y nos elevamos al cielo como luciérnagas.
martes, 6 de agosto de 2013
La última canción
Publicado por Fernando Yacaman en 22:41 0 comentarios
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